Manuel Losada

In the modern consideration of historical time, reason is the driving force of progress through a homogenous, linear and continuum time. In fact, during the eighteenth and nineteenth centuries humanity was witnessing a history of progress in which it appeared that history was progressing towards a better world. However, the tragedies of the twentieth century indicate the opposite. Western reason proved unable to stop the barbarism of war. At the heart of this panorama, according to Emmanuel Levinas and Johann Baptist Metz, was the idealism of the Greek logos presented in the philosophical and theological mode of thinking. Theology and philosophy would share in this way the same idealist vocation towards totality which, in Levinas’s categories, is the forgetting of singularity and their concrete situation in favour of universality. I will show how by resorting to the Jewish legacy, and particularly to the concepts of eschatology, apocalypse, and messianism, Levinas and Metz define a new relationship with historical time. In this way they not only oppose the mainstream consideration of history as a vector of continuous progress towards its own realization, but also introduce in history the contingency of individual experiences and particularly those of the victims of such history.

El filósofo francés Gilbert Simondon es conocido por su crítica a la forma como las perspectivas sustancialista e hilemórfica conciben la individuación. Para Simondon, la individuación no se piensa desde una plenitud alcanzada, sino desde un proceso en el que el individuo se está constituyendo individual y colectivamente. De este modo, muestra el desplazamiento de una teoría de la relación a una teoría de los procesos de individuación en la cual la ontología cede el paso a la ontogénesis. El presente artículo quiere mostrar cómo el pensamiento de Simondon sobre la educación guarda una estrecha relación con la forma en que la individuación se presenta como proceso y no como resultado. Si la educación es relación, esta se da dentro de un proceso de individuación y no es el evento de un encuentro entre individuos ya constituidos. En el fondo, la escuela, como la individuación, es un campo de tensiones y potencialidades. Simondon es optimista en que una educación que mejore las condiciones de comunicación en el interior de los procesos educativos tendrá unos efectos restauradores en el entramado social, y podrá ser, por tanto, el eje articulador de una sociedad más solidaria y liberadora.